La educación en la era del COVID-19

Y un 17 de marzo, de un día para otro, el gobierno federal hace un anuncio diciendo que “se adelantan las vacaciones” y que se suspenden clases hasta el 20 de abril. La noticia nos agarró en frío. A todos. Padres de familia, instituciones, docentes y alumnos. Obvio con diferentes posiciones, sentires y preocupaciones. Nadie sabía que pasaría, y todo lo que este anuncio provocaría. Era obvio que la medida estaba instalada en asegurar a la población, y evitar el mayor riesgo de contagios. Se empezó suspendiendo las clases y de ahí, poco a poco, la tan nombrada cuarentena se ha ido instalando en todos los demás rubros. Pero hablando de educación, mandar a los niños a su casa por más de un mes, significaba por lo menos perder 10 días de clases. Esto multiplicándolo por el número de materias o sesiones que tienen al día, nos da una cifra realmente significativa. Y sinceramente, se pudo haber parado y decir: -“Alto, a estar en casa tranquilos y esperar”. Pero se optó por lo segundo: -“Sigamos y veamos como continuar pase lo que pase”. Entonces todos los que nos dedicamos a la educación, empezamos las tres semanas de nuestra vida laboral más intensas, tuvimos que reestructurarnos al 1000%, sí, leyó usted bien, al 1000%. Sé que hay escuelas que vienen utilizando herramientas virtuales desde hace mucho, pero también sé, que son las menos y pocos los docentes que están realmente inmiscuidos en la tecnología (hablemos con verdad). Yo por lo menos tengo más de 10 años de estudiar y dar clases en plataforma virtual y he concebido las grandes oportunidades que como docente y como alumno esta modalidad me ha regalado. Muchos la habían satanizado, señalado como una opción no muy atractiva. En parte nadie podrá negar que la socialización presencial, es fundamentalmente enriquecedora y que por más que nos conectemos a distancia, con la cámara y el micrófono más eficiente no vamos a poder tener la misma dinámica que en un salón de clases. Pero también es un hecho, que estudiar en línea, presenta grandes desafíos que desdoblan capacidades en nosotros muchas veces desconocidas. No podíamos parar, los estudiantes necesitaban seguir aprendiendo y recibiendo educación, es más, me atrevo a señalar, que seguir presentes a distancia, también les ha ayudado a no sentir el encierro de forma tan ardua, pues tener la oportunidad de estar dentro del aula virtual, en compañía de sus docentes y compañeros, ha sido un recurso de escape y relajamiento. No se imaginan el gusto que se nota cuando se saludan entre ellos y como abundan los “te extraño”. Después del anuncio, todos nos subimos a la carretera de la información, llamada web, y empezamos a crear un sinfín de estrategias para todos nuestros educandos, que debían continuar avanzando en su aprendizaje. Fue difícil, hubo estrés, desesperación por momentos, mucho cansancio, pero lo estamos logrando. Los docentes hemos vuelto a sacar la casta, y seguimos en pie de lucha por nuestro objetivo que es enseñar. El covid-19 nos está trayendo grandes regalos de enseñanza, de retos, de adaptaciones, para empezar a evolucionar hacia el futuro. Definitivamente esto es un antes y un después en la historia de la humanidad. Y también debo incluir que, dentro de nuestros procesos de enseñanza, estamos muchos aprendiendo el arte del home office, el cual nos vuelve altamente productivos, en un escenario que muchos pueden pensar que es demasiado cómodo y poco eficiente, pero que en la realidad es montarse a horas interminables de labor. Retomando, quiero aplaudir de pie a todos los maestros, administrativos, empresarios de la educación que no se han acobardado y que han afrontado con gran entereza esta situación. Los que amamos enseñar, sabemos que lo más importante son nuestros estudiantes y por ellos, solo por ellos, es que lo hacemos. Sé que en esta situación también entra en juego el lado obscuro del asunto, que son los millones que no tienen los recursos tecnológicos y que no pueden acceder, y es terrible, un tema muy amplio a debatir, que seguramente en próximas semanas tocaré, pero esta vez, reitero, me quiero enfocar en este esfuerzo maratónico, que los que amamos el aula, hemos realizado para procurar que una clase llegue y el curso no pare por nada. Ustedes no se imaginan la creatividad que he visto emanar en clases en línea, que con pocos recursos llevan, cosas maravillosas a cada hogar, que en estos momentos se encuentra en cuarentena resguardando a familias enteras, tratando de seguir el mandato para que en unas semanas podamos contar todo esto, solo como una vivencia más. Por: Ed. Dr. Claudia Viveros Lorenzo

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