Preparando una clase universitaria en 4 pasos: ¿Cómo preparo mis clases como docente en educación superior?

Por: J. Rolando Solano 

Da la casualidad, aparte de ser un creador de contenidos y comunicólogo, que también soy docente universitario, tallerista y a veces, capacitador. Algunos de los que me leen, quizás ya compartieron aula conmigo, y sabrán que yo suelo dar clases de una gran variedad de disciplinas, todas diferentes, todas con metodologías diametralmente opuestas: desde las tozudas teorías de sociólogos y semiólogos, llenas de densos textos casi ininteligibles para un estudiante de primer y segundo año; pasando por emprendimiento, publicidad y mercadotecnia, que presentan un desafío más técnico y práctico; hasta talleres y temas donde se depende casi completamente de la tecnología: grabación y edición de video, animación, sonido, etc.

Y, ahora, a unos días de iniciar un nuevo ciclo universitario, empecé a escribir garabatos en mi pizarrón personal en casa, tratando de armar las clases. Me asaltó la curiosidad, ¿Cómo creo una clase? ¿Cómo le doy forma? ¿Qué hago para lograr que sea interesante, y al mismo tiempo que se comprendan términos y contenidos que son francamente durísimos en ocasiones? Decidí dedicar entonces unos días a reflexionar sobre ello, y plasmar mis hallazgos en esta entrada de blog.

Esto no es una guía, y seguramente lo que yo haga no se parecerá en nada a lo que otros colegas hacen, ni tampoco busco capacitar nuevos docentes, o hacer de cuenta que soy un gran profesor. Lo que a continuación sigue, es un ejercicio de reflexión, un comentario al respecto y una experiencia que seguramente servirá a otros docentes para intercambiar puntos de vista, y a los estudiantes para acercar un poquito más a ellos nuestros propios procesos.

 

  1. Me familiarizo con el tema

Para un comunicólogo, preparar una clase no es diferente a entrar en preproducción de un proyecto, desde la fase del guion. Las clases, desde mi personal perspectiva, son contenido. Y, viviendo en la era de la creación del contenido, las planeo como si se tratase de un video o la conducción de un evento. Algo importante, primero, es conocer a fondo el tema que pretendes impartir ¿Cómo esperas hablar de un tema que no conoces? Voy a las fuentes literarias, luego a fuentes electrónicas, y también recurro a YouTube (es una plataforma muy útil porque tiende a resumir y simplificar, pero no recomiendo usarla para todo porque hay cosas que se van a escapar).

De modo que una vez que ya conozco el tema, y lo comprendo, empiezo a tratar de encontrar las ideas centrales de lo que será la cátedra. Me suelo guiar por los subtítulos, y a veces por palabras clave o conceptos fundamentales. Mucha información quedará fuera, y será presentada mediante otros procesos, como lecturas o ensayos. De modo que al final de este proceso, tengo un “guion” de lo que será una clase de dos horas, más o menos.

 

  1. Por ejemplo…

Esta parte de mi proceso es fundamental. Ejemplos, ejemplos y más ejemplos ¿Recuerdan que dije que preparar una clase es como hacer un producto audiovisual? Bueno, pues un audiovisual debería ser entretenido y no aburrir. Hay temas, que por su propia naturaleza, a los jóvenes les parecerán aburridos, así que en ese sentido no hay mucho que hacer. Pero una forma de hacer más interesante y mundano el tema, es presentar un ejemplo central, y de ahí partir para realizar el proceso de análisis. 

Si es una asignatura muy teórica, por ejemplo, Análisis de contenido o Epistemología, busco ejemplos, en forma de video, un sitio web, una película o serie, o algún texto corto. Ojo, ese ejemplo no es un resumen del tema, u otra forma de presentar la misma información. Es un ejemplo que servirá para análisis. Es decir, si lo que quiero es hablar de la retórica de Aristóteles, y los tres medios de persuasión que él proponía (el ethos, el pathos y el logos), no busco un video que explique qué es cada uno (a veces sí, pero no siempre). Lo que hago es buscar un contenido donde podamos poner en práctica el análisis del ethos, pathos y el logos. En este caso, un spot de una campaña política. Este ejemplo será el centro de la sesión de clase y en donde más tiempo vamos a pasar. Ojo, aquí ni siquiera he elaborado ningún material ni recurso. Solo es el ejemplo.
 

 

  1. Material bonito, material sencillo

En esta parte, pongo manos a la obra con las diferentes tecnologías que nos rodean. Presentaré los temas de la clase mediante algún formato digital interesante e idóneo. Puede ser a través de una infografía, un mapa mental, un diagrama interactivo, y a veces la clásica presentación de diapositivas. Uso Canva, Prezi, Piktochart o cualquier app que me funcione. El caso es que el material deberá tener (para mí), dos características:

En primer lugar, el material deberá ser compartible o adjuntable. Estamos en la época de la educación a distancia y el autoaprendizaje, así que el material debe ser fácilmente cargado en una plataforma, enviado por correo o a través de mensajería instantánea. No debe ser muy pesado ni debe contener recursos que no se puedan encontrar en cualquier equipo. Si es una presentación de diapositivas, trato de no usar PowerPoint, ni llenar de texto cada ficha, y aplicar los principios del diseño a cada una de ellas. El material debe ser bonito, tener jerarquías y no requerir del docente para ser comprendido completamente.

En segundo lugar, el contenido de este material es, ante todo, INTRODUCTORIO. Por lo general, si el tema es muy complejo, después se encargará una lectura para profundizar, pero el material debe ser BÁSICO y tocar las nociones fundamentales del tema. El conocimiento duradero se construye con bases sólidas. En lugar de intentar que el estudiante aprenda mil conceptos y definiciones, mejor lo motivo a que aprenda las más importantes, y las características o cualidades principales del tema. Me doy por satisfecho con ello, aunque, para poder realizar actividades más avanzadas, será importante que complemente con el resto de la información.

 

  1. “Buenos días, ¿Cómo están?”

Hace poco me dijeron unos ex alumnos que siempre empiezo mis clases así. Esa frase, en serio, la digo de todo corazón, para iniciar la jornada. Pero también me sirve para prepararme a iniciar. En lo que platicamos, metalmente voy preparando la estructura de la clase. Si lo quieren ver así, estoy en la línea de meta, checando los últimos detalles.

Si es presencial, son unos minutos para iniciar el programa o sitio desde donde voy a cargar los contenidos. Si es por internet, hay que tener más cuidado, porque si hay una falla, podremos tirar al traste toda nuestra clase por una mala conexión. Yo recomiendo descargar todo el contenido que vayamos a presentar. 

Si es en línea, tener todas las pestañas y ventanas abiertas, listas para ser utilizadas. Acá, es útil descargar videos o presentaciones si sabemos que nuestro ancho de banda es limitado y mucho ya se está consumiendo con la videoconferencia.

La clase se estructura así: doy la bienvenida, una pequeña introducción verbal al tema. Si hubo tarea, hablamos de ella y de lo que se realizó. Revisamos oralmente las conclusiones a las que llegaron los estudiantes.

De ahí, pueden ocurrir dos cosas: presento el ejemplo a modo de detonante, los vemos o leemos, y luego hago algunas preguntas al grupo para tratar de que saquen sus propias conclusiones sobre lo que están viendo: si es un material para analizar, los guío con algunas cuestiones que los acerquen al tema. Si es un proceso o procedimiento, las preguntas van dirigidas a los cómos y los porqués de lo que están viendo. De ahí, pasamos al material que hice y entonces entramos en materia. Regresamos varias veces al ejemplo, para ir contextualizando y para que quede claro con ello el tema.

La otra forma es que primero presento el tema mediante mi material, explico sus características y, posteriormente, hablamos del ejemplo, ya con la información que adquirimos previamente.

A mí me gusta más empezar por el ejemplo, ciertamente. Es indiscutiblemente más impresionante para los estudiantes descubrir que pueden llegar a grandes conclusiones casi sin ayuda. Como que se les abre el panorama. En algunos casos, en palabras de ellos, “le explota la mente”. Y eso, para mí, es el verdadero conocimiento. Esa experiencia no se olvida ni se borra fácilmente.

Y pues, eso es lo que hago. Claro, este texto no pretende explicar la planificación de una asignatura completa, ni la forma en la que se redactan los objetivos, ni las estrategias didácticas, ni los productos de aprendizaje a realizar. Para eso, hay mucha literatura. Esto es, simplemente, el cómo me preparo todos los días para salir frente al grupo. Digamos que es el proceso intermedio entre la planeación de la asignatura y la clase en sí misma.

 

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